jueves, 20 de noviembre de 2008

Nobel de Medicina: “Premio decadente”

EDITORIAL

EL PEQUEÑO PERIÓDICO

Edición 82

Con motivo del Premio Nobel de Medicina otorgado a los "descubridores" del virus del sida, el Director de EL PEQUEÑO PERIÓDICO organizó, junto con el Comité Editorial, una entrevista al doctor Roberto Giraldo Molina,

médico colombiano residente en Nueva York, reconocido por sus investigaciones sobre el sida desde hace más de 20 años.

He aquí sus respuestas.

P. ¿Cómo le parece el Premio Nobel de Medicina de este año?

R. El Premio de este año no debería sorprender a nadie que comprenda lo invertida en que se encuentra la sociedad actual, donde todo está patas arriba. Premio Nobel de Medicina para Harold Zur Hausen de Alemania "por descubrir que el Virus del Papiloma Humano (HPV) es la causa del cáncer del cuello uterino" y para Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier "por descubrir al Virus de la Inmunodeficien-cia Humana (VIH)".

Esta es una noticia que esperábamos por 25 años y que golpea fuertemente al establecimiento científico de los Estados Unidos por no haber incluido a Roberto Gallo en ese premio. Pareciera como si la Academia de Ciencias de Estocolmo, al no incluir al exdirector del Laboratorio de Virología del Instituto Nacional de Cáncer del Gobierno de los EEUU, y que por años ha figurado como co-descubridor del "VIH", reconociera finalmente que Gallo simplemente robo la información al grupo francés, como es de conocimiento del público.

Este premio incrementará los negocios de las compañías farmacéuticas transnacionales, que diseminarán vacunas a niñas, a mujeres jóvenes y de todas las edades, con la muy tóxica e inútil "vacuna contra el cáncer del cuello del útero", y porque además se prescribirán muchos más antirretrovirales para destruir a un virus que no existe, el VIH, y que por tanto nadie descubrió.

De otro lado el Premio Nobel de Medicina de este año servirá, además, para continuar el genocidio del sida, ahora con el beneplácito de la Academia de Ciencias Sueca. Van 25 millones de muertes innecesarias. ¿Hasta dónde permitiremos que lleguen?

Esta no es la primera vez que pasa algo así... Veamos algunos otros Premios Nobel de Medicina, por descubrir nada:

1966. Peyton Rous "por descubrir que los virus causan cáncer". Sin embargo, jamás se ha demostrado que un virus cause cáncer, ni el de Rous de principios del siglo pasado ni ahora el de Hausen (HPV). Son sólo ideas delirantes de las mentes patológicas de estos investigadores.

1976. Baruch Blumberg y Carlton Gajdusek "por descubrir los virus lentos". Acá debemos recordar a Peter Duesberg cuando nos explica que "no hay virus lentos sino virólogos lentos". ¿Acaso nos olvidamos del abuso sexual de menores que llevó a Gajdusek a la cárcel?

1989. Michael Bishop y Harol Varmus "por descubrir el origen retroviral de los oncogenes retrovirales" Más ideas subjetivas de que los virus puedan causar cáncer, cosa que jamás se ha demostrado, pero de lo que se habla todos los días. Es preferible culpar a los virus que reconocer el carácter tóxico del cáncer.

1997. Stanley Prusiner "por descubrir los priones, un nuevo principio de infección biológica" Los priones, según él, serían proteínas infecciosas, es decir, "microbios" que sin ser seres vivos, pueden infectar a alguien. Ellos serían la causa de la "enfermedad de las vacas locas", del "Creufeld Jacob's" y otras enfermedades neurológicas. Este es el clímax de la paranoia de la teoría germinal de Pasteur y Koch, que ha primado en medicina desde 1880. Nadie sospechó jamás que dirían que hay "microbios sin vida…."

2005. Barry Marshall y Robin Warren "por descubrir que la bacteria Helicobacter pilori es la causa de la gastritis y de úlcera péptica". Se culpa a los virus, a las bacterias, a los hongos, a los parásitos de todo. Son los terroristas de la medicina. En lugar de reconocer el carácter sicosomático de la gastritis, de la úlcera péptida y de todas las enfermedades. Sólo para mencionar algunos ejemplos.

Energía en el vacío

Sin embargo, esto no ocurre sólo con los Premios Nobel de Medicina. Un Premio Nobel de física, por ejemplo, se le dio a Albert Einstein "por descubrir que la energía siempre viene de la materia (E= MV2)" Ignorando que hay energía en el vacío, llamada por el gran físico yugoeslavo Nicola Tesla "energía escalar" y por mi profesor en Brasil, el Dr. Norberto Keppe, "energía esencial".

Debemos pues celebrar el Premio Nobel de Medicina de 2008 para Luc Montagnier y Françoise Barré Sinuossi, puesto que éste se une a la ya larga lista de Premios Nobel que ayudan a que las personas perciban la corrupción que rodea a la Institución de los Premios Nobel al igual que a las demás instituciones de esta sociedad decadente.

Nuestra presencia "disidente" en la sociedad actual, es vista desde ya y será apreciada por las futuras generaciones, como una luz que rodea a la oscuridad reinante en el siglo XXI. El momento exige que continuemos trabajando y luchando para defender a los seres humanos y a nuestro planeta de los descalabros de los poderosos.

El sida no es una enfermedad infectocontagiosa

P. Usted ha afirmado que el sida es el máximo deterioro del sistema inmunológico de los seres vivos, producido por la acción continua y acumulativa de agentes estresantes. Esto significa que no es producido por ningún agente infeccioso, como el llamado Vih. ¿Mantiene esta afirmación?

R. El Premio Nobel a Luc Montagnier y a Françoise Barré Sinoussi, no modifica en lo mas mínimo mis descubrimientos y puntos de vista sobre el sida. Por el contrario, hoy más que nunca tenemos la obligación de invitar a las personas a estudiar mis argumentos científicos de que el sida es una enfermedad tóxica y nutricional y no viral ni infectocontagiosa, como se nos ha intentado hacer creer. En mi página del Internet, así como en las de otros investigadores disidentes del sida pueden verse nuestros argumentos.

Debemos estudiar además las entrevistas recientes a varios de los integrantes del Comité de los Premios Nobel de Medicina, los cuales han afirmado al diario El País, de España, que una de las razones para otorgar este año ese premio fue precisamente para intentar "derrotar la idea que circula en el mundo de que el VIH no es la causa del SIDA". Esto demuestra nuevamente que lo de los Premio Nobel, nada tiene que ver con verdades científicas, son arbitrariedades de la política del mundo contemporáneo.

P. Usted ha sostenido que el sida sí tiene cura, siempre y cuando se eliminen los agentes estresantes que la causan, sin necesidad de ninguna de vacuna. ¿Ha curado pacientes con sida siguiendo este tratamiento? En caso afirmativo, ¿puede ilustrarnos dónde, cuándo y si esa persona aún vive?

R. Los principios básicos para el tratamiento y la prevención del sida pueden leerse en dos artículos de mi autoría que aparecen en mi página de internet: "Alternativas no tóxicas, efectivas y de bajo costo para el tratamiento y la prevención del sida" y "Terapia nutricional para el tratamiento y la prevención del sida".

No tenemos una sino miles de personas que, ellas mismas, han decidido curarse en México, Colombia, Perú, Argentina, Bolivia, Chile, Brasil. Su secreto está en seguir nuestros planteamientos y no dejarse asustar de nada, ni de nadie. La curación jamás viene de terapias externas, sino de estimular a nuestra farmacia interior, aquella con la cual somos creados.

Los países con las prevalencias más bajas de sida en el mundo, son precisamente aquellos que están siendo reportados por algunas investigaciones serias, como los países más felices del mundo: Colombia, México, Brasil. Por el contrario, los países y grupos de personas con mayor prevalencia de sida, son aquellos más depresivos, tristes, con insatisfacción permanente e instintos autodestructivos, así estos sean aparentemente inconscientes. Por lo tanto, la vacuna contra el sida está en la alegría, en la felicidad, en el trabajo con amor por nuestro bien y el de nuestros semejantes.

P. También ha declarado que históricamente se ha partido de un error científico, que en lugar de corregirlo de manera autocrítica, se ha persistido en él. ¿Montagnier o Sinuossi están implicados en este error? ¿Qué tipo de error fue?

R. Luc Montagnier y Françoise Barré Sinoussi participaron activamente en los errores iniciales y los perpetuan con la ayuda ahora de la Academia de Ciencias de Estocolomo. El error acerca de las causas y soluciones del sida se debió y se sigue en ello, a 5 factores fundamentales:

a) Prejuicio microbiológico, en la mente de investigadores, periodistas y personas del común. Proviene de la teoría germinal de Pasteur y Koch, la cual desafortunadamente aún prevalece en medicina y biología. Es culpar a las bacterias, a los virus, a los hongos, a los parásitos, de todo. Como ya dije, son los terroristas de la medicina. Las llamadas armas microbiológicas no son ni probables ni posibles puesto que los microbios jamás nos atacan. Esto lo demuestra el ataque con esporos de la bacteria del ántrax a las oficinas del correo de todos los estados de la costa oriental de los EEUU en octubre del 2001, un mes después del ataque a las Torres Gemelas. Miles de personas se infectaron, pero sólo 22 (debilitados) enfermaron y de estos dos murieron por tener sus sistemas de defensa muy deprimidos. Esta semana, en una entrevista a Montagnier para el diario El País, él afirmó descaradamente que la esquiziofrenia es una enfermedad infecto-contagiosa.

b) Homofobia. Precisamente Luc Montagnier es uno de los más homofóbicos y en su libro Virus, del año 2000, comienza el 2º Capítulo afirmando: "Fue a comienzos de la década de los años 80, que por la frecuencia del sida en homosexuales, sabíamos que se trataba de una enfermedad infecto-contagiosa de transmisión sexual". Como si los homosexuales no tuviesen derecho a sufrir otro tipo de enfermedades, tóxicas, nutricionales, etc.

c) Racismo. La idea de que el sida se originó en el África por relaciones indebidas entre africanos y algunos primates, es una fantasía racista propia de investigadores occidentales como Roberto Gallo.

d) Corrupción social. Que abunda en todos los niveles del establecimiento científico y lo confirma de nuevo el Premio Nobel de Medicina de este año. Es de público conocimiento que la idea del sida como enfermedad viral, nace del robo que hiciera Gallo a los resultados de laboratorio de investigaciones del grupo de Montagnier. El 23 de abril de 1984, Roberto Gallo, junto con la Ministra de Salud del Gobierno de Ronald Reagan, Margaret Heckler, informaron a los periodistas en la ciudad de Washington, que "investigadores del gobierno de los Estados Unidos acababan de descubrir el virus que causaba el sida".

e) Crisis del establecimiento científico. No se controlan los experimentos, como sucedió con los realizados por el grupo de Montagnier, para afirmar que habían descubierto el "Virus del sida" Las llamadas revistas científicas publican toda clase de ideas aprioristas creadas por la psicopatología de los investigadores contemporáneos. Esto ocurre en medicina, biología, antropología, física, química y todas las demás ciencias. Hace poco las revistas de ciencia Science, de los Estados Unidos, y Nature de Inglaterra, publicaron investigaciones donde se afirmaba que las personas más inteligentes nacían durante los meses de invierno con nevadas fuertes. ¿Y como sería entonces la inteligencia de los que nacemos en el trópico?

P. Al cumplirse los 25 años de la "aparición" del sida, muchas entidades académicas y de salud dijeron que el número de personas que ha muerto por esta enfermedad no ha disminuido, sino que ha aumentado. ¿Es cierto? ¿A qué cree que se deba?

R. A que todas las políticas oficiales de prevención, tratamiento y control están basadas en una idea equivocada: Que el VIH es la causa del sida. La ecuación errada que circula por todo el mundo es: VIH = sida = Muerte.

El sida ha venido a engrosar la lista de las llamas "enfermedades incurables" y esa sola idea, equivocada claro está, programa a los seropositivos y a los enfermos de sida para la muerte.

P. En el caso del sida en África, usted ha sido enfático en afirmar que la situación de este continente es alarmante y que la causa principal del aumento en la muerte de enfermos allí es la miseria, el hambre. ¿Ha revalorado este enfoque?

R. El hecho de que el sida se presente en todas las clases sociales es un indicativo y una alerta: La especie humana está en peligro. El sida del África lo confirma. La pobreza no es un asunto estático: África nunca había sido tan pobre, ni sus personas vivían en una tristeza tan profunda como ahora. Hay lugares de África donde la esperanza de vida ha disminuido de 60 a 35 años. Tenemos la obligación de levantarnos con valor para defender a África de tanto oprobio, de lo contrario éste sería el primer continente donde desaparecería la especie humana.

P. ¿Cuál es su apreciación para el caso colombiano? ¿Existe real preocupación de las autoridades encargadas de la salud pública por frenar el sida en nuestro país? Y si es así, ¿por qué esta enfermedad no cede?

R. El Ministerio de Salud de Colombia, está obligado a seguir las políticas de la Organización Mundial de la Salud en sida, que como ya expliqué están todas equivocadas. Lo que no es entendible, es que a sabiendas de que varios colombianos, entre los cuales me encuentro yo, somos líderes en el mundo de la otra visión sobre el sida, no se nos invite oficialmente a discutir este problema con seriedad. El Ministerio de Salud de Colombia sabe perfectamente de mi existencia y la de mis colegas colombianos. Eso no lo van a perdonar las generaciones futuras de colombianos.

P. ¿Desea agregar algo más?

R . Sí, me siento muy contento de ver cómo EL PEQUEÑO PERIÓDICO sigue llevando las ideas más avanzadas a sus lectores, sin temores a represalias. En Colombia el primer medio que explicó las ideas disidentes del sida fue EL PEQUEÑO PERIÓDICO, ha ayudado a organizar giras nacionales y muchos seminarios y conferencias sobre el tema desde 1995. En el año 2002 EL PEQUEÑO PERIÓDICO participó activamente de la Conferencia Alternativa del sida en Barcelona, España, paralela a la Conferencia del VIH de las compañías farmacéuticas.

robgiraldo@aol.com

www.robertogiraldo.com

viernes, 14 de noviembre de 2008

lunes, 10 de noviembre de 2008

Testimonio sobre diagnóstico errado de VIH le mereció Premio Simón Bolívar a una joven

Carol Ann Figueroa no cree ahora que el virus de inmunodeficiencia adquirida sea el causante del sida. Su testimonio sobre la validez de las pruebas Elisa recibió el Premio de Periodismo Simón Bolívar.
A Carol Ann Figueroa le entregaron la prueba del sida con el resultado de que era portadora del virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH) cuando acaba de cumplir los 28 años de edad.
La reacción no pudo ser otra que pensar que se iba a morir pronto, que tenía que avisarles a sus familiares y amigos, y que debía aprovechar el tiempo de vida que le quedaba.
Sobre su escritorio puso dos listas. La primera, con las cosas que ya había hecho y las que le faltaba por hacer, y, la segunda, con el nombre de las personas a las que les iba a informar el infortunio de ser una portadora del VIH.
La segunda lista tenía un orden estricto: los primeros en ser informados serían aquellos que, según ella, no se enloquecerían con la noticia y la podrían ayudar; y los últimos, los que irremediablemente se traumatizarían.
"Mi papá estaba de segundo y mi mamá, por supuesto, de última".
Entre las cosas que le faltaban por hacer quedaron el viaje a España, la visita a Venecia, el curso de actuación...
Tenía 10 días mal contados para decidir si los mantenía en la lista de asuntos pendientes o si los tachaba, pues su médico le había dicho que se realizara un segundo examen, llamado Western Blot, para ratificar el diagnóstico. "Hacemos la segunda prueba por rutina, porque la verdad es que el resultado rara vez cambia", dijo su segundo doctor.
Desde entonces, el instinto de conservación, las ansias de saber qué le estaba quitando la vida y la indignación que le produjo la respuesta poco esperanzadora de los médicos la llevaron a investigar acerca del sida en agotadoras jornadas.
"El ser humano es tan egoísta, que solo cuando le está pasando así mismo se interesa por los otros. Particularmente, en el tema del VIH uno cree que lo sabe todo, pero uno no tiene ni idea".
En esos días, se encontró con datos tan sorprendentes como que el sida, según datos de Naciones Unidas, ha provocado unas 25 millones de muertes en el mundo, o "que no es una enfermedad sino un síndrome que agrupa a 29 enfermedades".
Pero también encontró que el sida lo hace a uno especial. "Hay cierta tentación a rendirte y tienes cierto permiso de los demás para tirar la toalla".
Carol Ann no quería resignarse a una vida de 10 ó 15 años de antiretrovirales para tratar de prolongar la existencia, por eso necesitaba reconfirmar un diagnóstico sobre el que quería expresar su más absoluto rechazo.
"Caminaba mucho...estaba decidida a que no me iba a tomar nada. Si el segundo diagnóstico era positivo, no iba a hacer nada", pero, al mismo tiempo, pensaba en buscar un médico bioenergético, mejorar su dieta y buscar una rutina de ejercicios para fortalecer su sistema inmunológico.
Era todo un escenario de contradicciones y confusiones que terminó el décimo día, cuando fue hasta su EPS para recibir el resultado de la Western Blot. "Entro al consultorio y me planto desafiante ante el doctor. El hombre me sostiene la mirada y no se la retiro. Suspiro. El papel dice negativo".
Hoy, dos años después, y con la certeza de que no es portadora, Carol Ann se ha convertido en una especie de hereje de este virus. Refugiada en las tesis de los investigadores Peter Duesberg y Kary B. Mullis, sostiene que el VIH no existe, porque jamás ha podido ser aislado en un laboratorio.
"El sida sí existe, pero no se transmite por un virus", dice justo esta semana cuando los científicos Luc Montagnier y Francoise Barré-Sinoussi acaban de recibir el Premio Nobel por descubrir el VIH.
El testimonio galardonado fue publicado en la Revista Número, en un artículo titulado 'Una cretina llamada Elisa', en el que cuestiona la validez de las pruebas para detectar esta virus y la información que hay sobre el sida.
¿A quién creerle? Carol Ann solo invita a dudar, a cuestionar los efectos de los antirretrovirales y a no perder de vista lo que ella llama el marketing que hay detrás del sida. "Son dos posiciones científicas. Yo me quedé con la tesis de que el VIH no existe. Como en todo, esto es un acto de fe".

JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZEDITOR-
REDACCIÓN EL TIEMPO
Tomado de:

UNA CRETINA LLAMADA ELISA


¿Qué opción de vida le queda a una joven escritora cuando su examen de VIH da positivo?

Por Carol Ann Figueroa

Carol Ann Figueroa (Bogotá, 1978). Periodista de profesión, escritora por necesidad, guionista por mutación, redactora de
libros de investigación y del desaparecido periódico cultural Suburbia; ha colaborado en varias publicaciones, entre las que
se destacan el «Magazín Dominical» de El Espectador y la revista Kinetoscopio.

Me estoy muriendo.
Y ahora que un papel doblado en mi agenda me lo dice, reconozco que nunca creí realmente que fuera cierto. Me doy cuenta de que nunca creí que me pudiera morir y, sin embargo, al parecer es una de esas cosas que sí suceden. Uno se muere. Y yo me estoy muriendo. El médico dijo «El resultado de su prueba de VIH es positivo» y desde entonces me fue difícil escuchar lo que decía. Sus labios se movían pero sólo producían cierto eco.
La manera lastimera en que esquivaba mi mirada me hizo comprender que sí era cierta la noticia. Pesaba tanto el aroma de mi muerte que el tipo se apresuró a pedirme que me realizara un segundo examen, llamado Western Blot, para verificar el resultado, y me indicó el camino de salida.

Eso fue todo. Cinco minutos le tomó darme la noticia.

«Mi vida se acaba prematuramente», pensé mientras me levantaba de la silla.

Mi vida se acaba sin el goce de orgasmos múltiples producidos por drogas intravenosas o la orgía de amantes confusos, variados y sucesivos; se acaba sin amaneceres de deshidratación y resaca en apartamentos desconocidos y, no obstante, ya mis padres lloran sobre el ataúd mientras la familia cuchichea la causa del deceso, mi dramática
pérdida de peso en los meses anteriores, mis pómulos pronunciados y mis ojos ahogándose en sus esferas; mi diarrea, mi inapetencia, mi fiebre, mi depresión.

Todos los aviones que viajan a Venecia despegarán sin mí. Todos los amigos, toda la familia, los vecinos y los desconocidos, abrirán sus ojos sin que yo esté aquí, y lo cierto es que no les haré falta. No tendrán que saludarme y no notarán que no me despido.

¿Quién pudo haber sido? ¿Me arrepiento si es esa la razón? De arrepentimiento no se hacen los remedios y, total, el papel que guardo en mi agenda dice que no hay remedio.

Nadie debe enterarse. Necesito mantener un em-pleo, conseguir dinero para costear los medicamentos, resistir el mayor tiempo posible antes de no tener más soporte que la lástima de aquellos que me van a ver morir. ¿Tendré tiempo de ordenarlo todo antes que un demacrado rostro evidencie lo que me está sucediendo?

¿Qué me está sucediendo?
Escribí la palabra «sida» en la barra del buscador con la sensación de estar buscando mi propio nombre en la red, como si me lanzara a la cacería de mi otro yo, ese que había olvidado en un rincón de la cotidianidad pero que siempre estuvo al acecho, listo para escaparse en cuanto el llamado de la muerte hiciera posible nuestro encuentro.

Más de 38 millones de personas en 126 países han vivido con él durante cinco o diez años antes de poder darse la vuelta para abrazar al otro, ese que forma parte de los 2,8 millones de nuevos compañeros, los que se mueren de sida1.

Una mujer de Guatemala resultó VIH positiva hace doce años por cuenta de la infidelidad de su marido y todavía no tiene sida. Tuvo tiempo de cuidar al hombre, enviudar, quedar a cargo de tres hijos y ver graduar a los dos primeros, sin presentar un solo síntoma. Un muchacho gay de Costa Rica, de veinticinco años, cumple siete de preguntarle cada tres meses a su doctor si su conteo de células T2 ya delata inmunodeficiencia progresiva, y un argentino heterosexual,
diagnosticado a los treinta como VIH positivo y que a los cuarenta recibió su diagnóstico de inmunodeficiencia adquirida, a los 45 publicó su fotografía en la red exhibiendo una demacrada sonrisa como prueba de su honestidad cuando escribe «Soy feliz y tengo sida».

Activistas canadienses, brasileños, surafricanos, mexicanos y norteamericanos; enfermos consagrados que cargan quince años de sida; drogadictos arrepentidos, homosexuales pervertidos y heterosexuales seropositivos me invitan a esperar con entusiasmo suicida la aparición del síndrome siguiendo con disciplina las instrucciones de mi doctor, tomando los medicamentos que cubre mi EPS, acercándome a cuanta asociación homosexual y ONG se me cruce en el camino para consultar los derechos y deberes de mi nueva vida en este mundo paralelo, el de los VIH positivos, los futuros muertos de sida.

¿Qué me pueden ofrecer? Diez, quizás veinte años más de vida, sintiendo en la nuca la respiración de la muerte, tomando medicamentos para fingir que no la siento, que puedo enviarla de vuelta a su rinconcito en la rutina, transformada ahora en la rutina de un paciente enfermo de sida.

La rutina de consumir de por vida —o hasta que se acabe la vida— un tratamiento llamado terapia retroviral altamente activa o «coctel combinado», según la cual se deben consumir treinta pastillas diarias en promedio, en horarios que cubren las veinticuatro horas, algunas con las comidas, otras con el estómago vacío, siempre temiendo que sin un estricto apego a las dosis y horarios, el virus mutará en uno nuevo, más poderoso, más resistente a la medicina.

Pero yo no tengo sida. No tengo el Síndrome de Inmuno-deficiencia Adquirida. Incontables páginas en la web me lo decían.

Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida es una categoría creada por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos para agrupar un conjunto de signos y síntomas de diversas enfermedades bastante conocidas, que atacan en forma simultánea un mismo sistema inmunológico, resultando particularmente resistentes a los medicamentos que se utilizan para combatirlas.

Herpes, neumonía, tuberculosis y varios tipos de cáncer forman parte del grupo de veintinueve enfermedades que se han agregado con los años a la familia del sida, haciendo que la palabra enfermedad le quede pequeña.

El sida no es una enfermedad, es un síndrome; de modo que, técnicamente, nadie puede estar enfermo de sida.

«Una persona es diagnosticada con sida si presenta uno o más de los veintinueve estados físicos oficiales que definen al sida y si también resulta positiva a los anticuerpos asociados con el VIH. En otras palabras, la neumonía en una persona VIH positiva es sida, mientras que la misma neumonía en una persona VIH negativa es sólo neumonía. Las manifestaciones clínicas y los síntomas pueden ser idénticos, pero uno se llama sida mientras que la otra se llama neumonía»3.

Se leía tan claro, que me pareció la información más confusa de mi vida. Un resultado médico por el que me entregué al
pánico parecía no ser el que yo creía.

«Si todavía hace falta una prueba para confirmar el diagnóstico, posiblemente ni siquiera soy seropositiva», pensé.

Entré al segundo consultorio al que acudí para que mi Plan Obligatorio de Salud me suministrara el examen probatorio, el Western Blot, dispuesta a resolver todas las preguntas producidas por mis pesquisas, pero sólo obtuve respuestas monosílabas.

Cuando le pregunté al doctor sobre las posibilidades de que la segunda prueba resultara negativa y mi Elisa fuera una falsa alarma positiva, esquivó con un dejo de molestia mi mirada, como si yo no tuviera derecho de hacer de la duda mi esperanza, y se limitó a decir: «Hacemos la segunda prueba por rutina, porque la verdad es que el resultado rara vez cambia».

Rutina. El momento más ansioso de mi vida es… rutina. ¿Qué clase de difamador del juramento de Hipócrates me habla así y pretende que lo visite con mi segundo resultado para «comenzar el seguimiento médico correspondiente»? ¡Maldito gusano de escritorio, indigno de manejar lo que pase con mi vida; inconsciente, animal, bruto, cobarde, incapaz de hablar sobre la muerte con gallardía!

No soy seropositiva confirmada y ya me enlista para el seguimiento médico correspondiente: visitarlo trimestralmente para que una muestra de sangre determine si mi conteo de células T —término que no me explicó— está por encima o debajo de las doscientas4; empezar a consumir de manera preventiva pequeñas dosis de AZT5 y, según las reacciones de mi cuerpo —sobre las cuales no me habló—, reducir la dosis y combinarla con didanosina (DDI) o zalcitabina (DDC), esperando que éstos mantengan el conteo de mis células en niveles seguros el mayor tiempo posible, lo que en cualquier caso no significa una cura.

Medicamentos que no curan pero que debo tomar. Eso me ofrece la medicina.

Y no sólo no curan sino que al respaldo de sus etiquetas exhiben una escalofriante lista de efectos colaterales que incluyen salpullido, agotamiento severo, pérdida de apetito, náusea y vómito, dolor en los músculos y articulaciones, neuropatía, disfunción sexual, fiebre, diarrea, vértigo, dolor abdominal, depresión, desorden del sueño y demencia6, además de serias afecciones que resultan mucho más letales que la amenaza de comenzar a desarrollar el sida. Las reacciones adversas documentadas en la actualidad incluyen diabetes, falla hepática, arenillas renales y muerte súbita.
«El 30% de los pacientes que toman la terapia combinada padecen de lipodistrofia, un desorden en la distribución de la grasa y desorden metabólico, que puede resultar en ataques al corazón y apoplejía»7.

El argentino que exhibe su fotografía en la red, la gente que aparece demacrada en las noticias, no lo está por un herpes o una tuberculosis causada por el sida. Luce así por tomar las medicinas que evitarán que ellos desarrollen el síndrome.
Me alejé del laboratorio, dejando caer así en las alcantarillas mis esperanzas sobre el resultado que me entregarían en diez días, hasta que la pregunta de cierta campaña institucional saltó de mi memoria a la pupila: ¿conoces a Elisa?
Habérmela hecho no significaba que la conocía, así que ocupé los diez días de angustia que me obsequiaba la rutinaria medicina en buscar toda la información que no había leído o escuchado sobre Elisa.

Lo primero fue leer que los falsos positivos existen en grandes cantidades, contrario a la severidad con que los había descartado la desidia de mi incompetente doctor.

Existen más de cincuenta condiciones inofensivas que pueden hacer que una prueba de VIH resulte falso positiva8. Haber tenido gripa, tener o haber tenido herpes o hepatitis, haber sido vacunado contra la hepatitis B, haber estado expuesto a los microbios que causan tuberculosis y malaria, estar embarazada o haberlo estado9. Cincuenta posibilidades de equivocación sobre las que el doctor no me habló.

«Personas que nunca han estado expuestas al VIH pueden tener reacciones falso positivas durante años o por el resto de sus vidas, debido a que la producción de anticuerpos generados por varias infecciones virales comunes, puede continuar durante años después de que el sistema inmunitario ha vencido al virus, e incluso durante toda la vida»10.

¿Cómo es posible que la prueba que me tiene al borde de reorganizar mi vida sea tan imprecisa?
Elisa, la llamada prueba para detectar el VIH, no detecta el virus que pregona en ninguna medida. Detecta anticuerpos que reaccionan a ciertas proteínas que se aplican a la muestra de sangre, las cuales se han producido en un laboratorio11.

En la página web de la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos12, responsable de controlar la seguridad y eficacia de las pruebas y los fármacos, se puede consultar el texto del inserto que acompaña a la prueba de VIH/sida, Amplicor HIV-1, de laboratorios Roche, el cual hace una increíble aclaración: «La prueba Amplicor HIV-1 no ha sido creada para ser utilizada como prueba de monitoreo del VIH o como prueba de diagnóstico para confirmar la
presencia de la infección del VIH». Otra etiqueta, que encontré citada en el documental El otro lado del sida13, aclara que «en la actualidad no existen estándares establecidos para determinar la presencia o ausencia de anticuerpos frente al VIH en sangre humana».

Ni antes de pedir que me ordenaran la prueba, como tampoco cuando me tomaron la muestra de sangre, ni aun hoy
después de recibir su respuesta, tuve la oportunidad de ver la caja de la cual provenía, ni los insertos que la
acompañan, ni las dudas que la rodean a pesar de ser una prueba capaz de determinar el curso de millones de vidas.

No. No conozco a Elisa. Y, la verdad, no creí que se tratara de tamaña cretina.

El doctor Robert Da Prato, especialista en pruebas de VIH, no recomienda a nadie que se haga la prueba porque él
mismo no entiende qué significa y no cree que alguien más lo sepa. «Nunca he visto ninguna evidencia que demuestre
que esta prueba muestre lo que dice que va a mostrar: la presencia del virus, la presencia de un virus exógeno14.
Realmente me gustaría ver en un microscopio esta evidencia pero aparentemente no existe. No existe porque no se ha
realizado un riguroso protocolo de aislamiento»15, a pesar de que el aislamiento es la única prueba directa e
inconfundible de la existencia de un virus, y el aislamiento de un virus, a partir del plasma sin cultivar de un paciente, es
la única prueba de que una persona tiene una infección viral activa.

Desde que el doctor Robert Gallo anunció el VIH como la causa probable del sida, en 1984, junto con el Departamento de
Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, el virus nunca ha sido aislado16.

Tres de la mañana del sexto día de esos diez que me dio la prueba de rutina y un despeñadero de contradicciones se
abrió bajo mis pies. Mi afán de entender se llenaba de desconcierto, mi alivio de odio, mis esperanzas de desasosiego
mientras leía una y otra vez lo que varios documentos me decían sin conseguir descreerlos: el virus más famoso del
mundo no ha sido aislado. No hay prueba alguna que demuestre que el VIH exista.

Miles de cientos de personas han entregado su vida a una rutina de padecimientos por fe en Elisa, la cual los ha timado
en la forma más cruel, bajo la mirada cómplice de la Food and Drug Administration, el Departamento de Salud y
Servicios Humanos (HHS) y los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos; los laboratorios
que se lucran esparciendo por el mundo sus pruebas y sus medicinas, y los gobiernos y sistemas médicos que difunden
campañas para obedecer ciegamente paradigmas, pero no para cuestionarlos y llegar al fondo de sus teorías.


¿Verdad? ¿Mentira?
Si creo que el VIH sí existe y es la causa del sida, daré un paso al frente para ingresar en las estadísticas de los
enfermos tratados con medicamentos para luchar contra el VIH/sida. Entregaré mi vida, sin más, a lo que ordene la
medicina.

Si creo que el VIH no existe, que no tengo nada a pesar de mi prueba positiva, sentirán lástima de pensar que me
niego a aceptar que se me acaba la vida, me tacharán de loca y me compadecerán por contradecir paradigmas, pero
seré dueña absoluta de cada uno de mis días.
Revista Numero
http://www.revistanumero.com/web/ Potenciado por Joomla! Generado: 10 November, 2008, 13:31

Deliraba. ¿Cómo contradecir lo que más de diez mil millones de dólares invertidos17 durante casi treinta años y un
resultado positivo me decían? ¿Cómo encontrar la valentía de Copérnico y Galileo cuando se atrevieron a sostener que el
Sol era el centro del universo y no la Tierra , como todos creían, corriendo el riesgo de ser quemados vivos en la
hoguera?
Incluso en pacientes que sufren casi todas las enfermedades severas del sida, el VIH nunca se detecta en cantidades
que pudieran causar la reducción drástica de las células inmunes18. Con la hepatitis o un resfriado común, por
ejemplo, el virus que produce el resfriado se encuentra fácilmente en cantidades de millones o miles de millones por
mililitro de sangre. El VIH, el virus que supuestamente produce el sida, se encuentra en cantidades de diez por cada
mililitro de sangre19, lo que lo convierte en el virus más inofensivo e indetectable, en palabras de Peter Duesberg, el
primer científico que logró aislar la estructura genética de un retrovirus (y el VIH es un retrovirus).

En un intento por acabar con los cuestionamientos sobre la imposibilidad de aislar el virus, es decir, encontrarlo en
cantidades consideradas en una muestra de sangre, en 1995 comenzó a emplearse sobre muestras de sida una
tecnología conocida como Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), descrita por Duesberg como tecnología diseñada
«para encontrar una aguja en un pajar».

El doctor David Rasnick20, investigador y revaluador del sida, la explica así: «Si usted toma una muestra de un paciente
no puede encontrar el VIH allí, pues todo lo que tiene son células blancas. Pero cuando usted cultiva estas células junto
a otras que Robert Gallo generó hace algunos años, y las expone a ciertos químicos, puede forzarlas a hacer cualquier
cosa. La idea es estimular las células del paciente para que empiecen a producir ácido ribonucleico (ARN) y este ARN
nuevo capte las proteínas y partículas del virus, de modo que éstas infecten a las células que usted estimuló. Esta
ampliación se realizará mediante cocultivo durante el tiempo que usted estime. Pero esa nueva cantidad de partículas del
virus no existen en el paciente, no estaban en su muestra. Usted las recreó en el laboratorio, lo que llamamos in vitro»21.
El ganador del premio Nobel de química por inventar la PCR y detractor de la teoría VIH/sida, Kary B. Mullis, ha
desvirtuado completamente la utilidad de usar su invención en las investigaciones sobre sida, declarando que « la PCR
hace posible identificar una aguja en un pajar, transformando esa aguja en un pajar»22. De hecho, el 99% de lo que
contabiliza la PCR no es infeccioso23.

Mullis revisó además todos los documentos de la investigación de Gallo y no encontró «nada, ningún hecho científico que
demuestre que el VIH es la causa del sida. Ni siquiera la causa probable del sida, que era lo mínimo que esperaba; una
causa probable para el sida, remotamente probable. Pero no es así. Es una causa posible, pero no probable. Y desde
esa perspectiva no estamos siquiera cerca de lo que podríamos llamar un hecho»24.

«La idea básica de que el sida es infeccioso, de hecho, nunca se ha puesto a prueba, nunca se ha cuestionado, nunca
se ha probado. Es algo que han asumido popularmente los doctores y científicos que estudian microbios y virus (…)
la mayoría de los doctores son felices acusando a microbios de causar nuevas enfermedades cuando no saben por dónde
buscar», recalca Duesberg25.

El codescubridor del VIH, doctor Luc Montagnier, quien afirmó en 1990 que el VIH no era capaz por sí solo de provocar
sida; el Grupo por la Revaluación Científica de la Hipótesis VIH /sida, fundado en 1991 por cuarenta científicos de todo el
mundo, entre los que se cuentan ganadores al premio Nobel y nominados de éste26; el presidente surafricano Thabo
Mbeki, que en abril del 2000 invitó a Peter Duesberg a Sudáfrica y pidió que el Ministerio de Salud de su país subraye la
toxicidad de los antirretrovirales; la organización norteamericana Rethinking Aids27; el disidente colombiano, doctor
Roberto Giraldo28, y la Corporación Autonomía en Salud, que se encarga de organizar y difundir las conferencias que
dicta en Medellín29, y la fundación Alive and Well Aids Alternatives30, cuya fundadora, Christine Maggiore, seropositiva
desde 1992, se ha negado a consumir antirretrovirales y tuvo una hija sana después del diagnóstico31, me invitan a
cuestionar todo lo que había escuchado sobre VIH y sida. Me invitan a decidir por mí misma si sigo o no las indicaciones
de la medicina ortodoxa, a escuchar cuanta información disidente se me cruce en el camino cada vez que quiera
cuestionarme sobre los derechos y deberes de esta nueva vida, la de los que no creen que el VIH exista, pese a recibir
una prueba positiva.
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Diez días después de aceptar que durante años creí sin fundamento en el VIH y el sida, una mezcla de miedo e ira se
retuerce en mi pecho mientras espero que la enfermera me llame para entregarme el resultado de mi segunda prueba.

¿Tendré la fuerza para no dejarme apabullar del matasanos si la segunda prueba es positiva?
He visto la marea del otro lado de la cima y no puedo regresar. Dudo hasta la médula de que el VIH exista y por
supuesto dudo de que sea la causa del sida. No podría tragar ni una sola pastilla sin la sospecha de estar ayudando a
que un sistema corrupto me destruya la vida.

Aun si creyera que eso que llaman VIH realmente es un virus, aun si mi segundo examen resultara positivo y me dieran
diez años antes de que el sida empezara a desfigurar mis días, ¿por qué pasar esos diez años padeciendo los
insoportables efectos secundarios de una combinación de medicinas que lo único que hacen es convertir una espera en
agonía? ¿Qué clase de vida es esa que prolongaría? Ciertamente, no es la mía. Es un remedo macabro que las
aberraciones del mercado médico se han atrevido a llamar vida.

De repente, no entiendo de dónde surge este afán por permanecer en el mundo, aun a costa de mi propia vida.

Tras la puerta entreabierta del consultorio, el médico pronuncia mi nombre en voz alta.

Me levanto de la silla, arrastrando el peso de una conciencia desmedida, y camino con dificultad. Sudo. Aprieto los
puños y tensiono las rodillas. Avanzo con la mirada clavada en el suelo, sabiendo que ha llegado el momento de pelear
en la arena.

Entro al consultorio y me planto desafiante ante el doctor. El hombre me sostiene la mirada y yo no se la retiro. Suspiro.

El papel dice negativo.

La pelea ya no tendrá la urgencia de salvar mi vida.





Notas: 1. Informe sobre la epidemia mundial de sida 2004. Onusida. http://www.onu.org.ni/noticia?idnoticia=60.
2. Para causar daño, un virus necesita infectar por lo menos un tercio de todas las células que ataca —las que
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en el caso del sida son las células T del sistema inmunitario—, y matar esas células más rápido de lo que se
pueden remplazar.
3. What if Everything you Thought You Knew About Aids Was Wrong?, Christine Maggiore, 2004, p. 17.
4. El 1o de enero de 1993, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés)
amplió la definición del sida, para incluir a las personas con un conteo de células T de doscientos o menos, aunque no
tuvieran síntomas o enfermedad alguna. Esta nueva definición fue la causa de que el número de casos de sida en
Estados Unidos se duplicara.
5. Llamado clínicamente zidovudine, pero denominado AZT por sus componentes, se creó inicialmente para la
quimioterapia del cáncer, pero fue arrinconado y olvidado por ser excesivamente tóxico, de fabricación muy costosa e
ineficaz contra el cáncer. Poderoso pero indiscriminado, el fármaco no era selectivo en su destrucción de las células.
«El nacimiento escandaloso del AZT», en Medicina Holística, No 41, Asociación de Medicinas Complementarias (AMC).
Celia Farber, periodista de investigación. http://free-news.org/farber02.htm
6. «The Morning After», POZ Magazine, febrero de 1997, en Christine Maggiore, op. cit., 2004, p. 63.
7. Ibid., p. 65.
8. Christine Maggiore, op. cit., p.31.
9. Ibid., p. 26.
10. Ibid., p. 25.
11. David Rasnick, Ph.D. Investigador del sida, diseñador químico de los inhibidores de la proteasa. Entrevista en el
documental The Other Side of Aids, dirigido por Robin Scovil, 2004, www.theothersideofaids.com.
12. http://www.fda.gov/cber/PMAltr/P9500053L.htm.
13. www.theothersideofaids.com.
14. Exógeno quiere decir causado por algo por fuera del cuerpo.
15. Robert Da Prato, MD. Especialista en pruebas de VIH para la Armada de Estados Unidos. Entrevista en el
documental The Other Side of Aids.
16. El 23 de abril de 1984, Robert Gallo, junto con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos,
citó a una conferencia internacional de prensa en la que comunicó haber descubierto el retrovirus que causaba el sida. A
los pocos días estalló el escándalo sobre las denuncias del Dr. Luc Montagnier, del Instituto Pasteur de Francia,
acusando a Gallo de haber robado su muestra. El episodio terminó con un arreglo entre las partes, quienes compartieron
el crédito como codescubridores del VIH y los derechos de propiedad sobre la prueba.
17. Entre 1996, año en el que se fundó Onusida, y 2005, los fondos anuales destinados a la respuesta al sida en los
países de ingresos bajos y medianos han pasado de US$300 millones a US$8.300 millones. Los fondos disponibles
sumarán US$8.900 millones en 2006 y US$10.000 millones en 2007. «Financiar el sida», informe sobre la epidemia
mundial del sida, 2006. www.onusida.org.co/.
18. R. Gallo, 1984; Science, 2241; M. Piatak, 1993; Science, 259; D. Ho, 1991, New England Journal of Medicine,
325:961; C. Shaw, 1991; New England Journal of Medicine, 324:954; Cooper, 1992; Lancet, 341:1099, en Christine
Maggiore, op. cit., p. 66.
19. P. Duesberg, Inventing the Aids Virus, 1996, Tegnery Press, Washington DC Pl 74-180, en Christine Maggiore, op.
cit., p. 66.
20. El Dr. David Rasnick es un antiguo presidente del Grupo para la Revaluación Científica de la Hipótesis VIH /sida.
Doctorado en química por el Georgia Tech en 1978, tiene más de veinte años de experiencia con las proteasas y sus
inhibidores. Por su condición de disidente, Rasnick recibió una propuesta del profesor universitario Phillip Machanick,
partidario de la hipótesis oficial, de inyectarse VIH. Rasnick aceptó el desafío, pero pidió a Machanick que él, a cambio,
aceptase empezar a ingerir antirretrovirales. El que viviese más tiempo sería declarado vencedor. Machanick no aceptó
el desafío en estas condiciones.
21. David Rasnick, Ph.D. Investigador del sida, diseñador químico de los inhibidores de la proteasa. Entrevista en The
Other Side of Aids.
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22. Kary Mullis en Heal. Los Ángeles, 25 de octubre de 1995.
23. Christine Maggiore, op. cit., p. 49.
24. Kary B. Mullis, Ph.D. Inventor de la PCR , premio Nobel de química 1993. Entrevista en The Other Side of Aids.
25. Entrevista en The Other Side of Aids.
26. Peter Duesberg, profesor de biología molecular y celular, con un largo currículo y premios. Nominado al Nobel de
medicina por sus estudios sobre retrovirus; Kary Mullis, premio Nobel de química, 1993; Harvey Bialy, biólogo molecular
en activo, director de la Virtual Library of Biotechnology for the Americas; Eleni Papadopulos-Eleopulos, física médica,
profesora en el Royal Perth Hospital, Australia; Serge Lang, matemático franco-norteamericano; Stefan Lanka, virólogo
alemán.
27. Rethinking Aids, fundada en 1991. Mantiene una lista de más de 2.100 personas que han firmado la petición de la
organización para revaluar la validez de la hipótesis ortodoxa de que el VIH es la causa del sida. En esta lista hay
médicos, farmacéuticos, virólogos, bioquímicos, estadísticos, matemáticos, periodistas, psicólogos y antropólogos, entre
otras profesiones.
28. Roberto Giraldo, médico cirujano egresado de la Universidad de Antioquia. Magíster en medicina clínica tropical de la
Universidad de Londres. Se ha dedicado por más de treinta años a la investigación científica y académica, en
enfermedades infecciosas tanto en Colombia como en Estados Unidos. Actualmente trabaja en el Departamento de
Inmunología del Cornell Medical Center de Nueva York. Es autor del libro Sida y agentes estresantes.
29. La Corporación Autonomía en Salud, creada en el año 2004 por quince profesionales de la salud en Medellín, se
dedica desde entonces a guiar y apoyar a pacientes seropositivos interesados en las posturas disidentes, y cuenta
desde hace varios años con el apoyo del doctor Roberto Giraldo. Carrera 64A No 35-13. Tel. 351 2149.
30. www.aliveandwell.org/.
31. Eliza Jane, hija de Maggiore, murió en el 2005 a causa de lo que se señaló como neumonía relacionada con sida. Tras
la autopsia se determinó que la niña no era VIH positiva, ni presentaba sintomatología del síndrome. Un toxicólogo
comisionado por Maggiore para revisar las razones de la muerte estableció que se debía a envenenamiento antibiótico.


Tomado de

HIV positivo (cuento – Jaime Fiol – 1995)

Glosario imprescindible para la lectura:

“EL ALEPH” cuento antológico del escritor argentino Jorge Luis Borges. Se recomienda su lectura. “GUN” (gingivitis úlcero necrotizante de Vincent): afección común e histórica causada por una bacteria (borrelia vincentii), que afecta las encías de los adolescentes por mala alimentación, exceso de actividades y poco dormir. Se cura con buches de bicromato de potasio en dos dias y cambios de conducta. Hoy, hay que reportar estos casos como SIDA y se lo trata con antibióticos (¿?)

No sé si Borges vió el Aleph en el sótano de la casa de la calle Garay porque no sé si Carlos Argentino Daneri es un personaje de ficción o el primo de Beatriz Viterbo que tampoco me queda claro si fue una invención literaria. Borges se permitía jugar entre la realidad y la ficción porque sabía que al fin confluirían junto a él y a sus personajes, a ustedes y a mí en aquel punto donde se concentran todos los puntos del universo: El Aleph. Núcleo singular donde me encontraba, cuándo y mientras Irene me habló de su enfermedad, tendiendome el puente que me sacó de entre las páginas de la antología borgeana. Puente que transité escuchando la lapidaria sentencia de Irene: “soy portadora del virus del SIDA”. Y tras ella el minucioso relato de algunos síntomas como el fuerte dolor en sus encías sangrantes, pérdida de peso, fatiga y sobre todo un inocultable miedo a la muerte. Transité el puente que me llevó desde el laberinto borgeano al “síndrome de inmunodeficiencia adquirido” Me encontré frente a los ojos vidriosos de Irene, tomé su historia clínica y, reclinándome en el sillón, le dije: -Bueno Irene, vamos por partes. ¿Cuál es el motivo de tu consulta, el problema en tus encías? –intentando dejar el tema pesado fuera de foco. - Sí claro, pero… - Irene. Lo que tenés en la boca es una gingivitis úlcero necrotizante. Unos buches de bicromato de potasio y en dos o tres días estarás curada. El decaimiento, la fiebre y la pérdida de peso se deben a lo mismo. Eso sí, debés descansar más y alimentarte mejor. Me miró como si hubiera consultado con un adivino. Bajó la vista y un tenue rubor cubrió sus mejillas. “Sí casi no duermo y me alimento mal”, confesó. No tuve que decirle que había ingresado sin advertirlo a un mundo donde la ficción y la realidad parecen jugar a una especie de multicausalidad circular y entonces dudé sobre quién había cruzado aquel puente y si en lugar de estar en el consultorio, no me encontraba aún en el sótano de la casa de la calle Garay con Irene, con Beatriz Viterbo, con Borges, formando parte de todos los puntos del universo. Mi primer mensaje fue concreto: “Esto de las encías es un alerta, si sigues con este ritmo de vida te vas a morir” - Porque tengo SIDA - reiteró Había corregido el punto focal y ahí estaba su Aleph, su punto donde se concentraban todos los puntos de su universo, su “HIV positivo”. Entonces le pedí que me contara todo. -Hace unos años estuve noviando con un chico que después supe murió de SIDA, me asusté y fui a un centro de detección donde me enteré que me había contagiado el virus. Desde entonces estoy en tratamiento. -¿Te sigues drogando? -¿qué tiene que ver con lo que le estoy contando? –replicó indignada La respuesta a mi pregunta era casi obvia como también era obvia la reacción de Irene. Me contó, ya más tranquila, que sí, que se drogaba pero ahora casi no. Me contó que aquel muchacho se daba de lo lindo y que con él comenzó con marihuana, coca y después los jeringazos. Mi segundo mensaje fue también contundente: “Vivir o morir depende exclusivamente de vos” Los ojos de Irene se me clavaron reclamando urgentes explicaciones. “las drogas son en sí mismas inmunosupresoras pero además están contaminadas ¿o no las preparaban en el suelo o arriba de una mesa antes de inyectárselas? ¿Crees que así se procesan los medicamentos que te venden en las farmacias para inyectar? -Nos decían que no intercambiáramos jeringas y no lo hacíamos y usábamos preservativos. -Debieran haberles dicho además, que no se droguen. Se estuvieron inyectando virus, gérmenes, parásitos, disolventes impuros y no quiero imaginarme qué tipos de drogas. Y todo lo que rodea a la drogadicción. Marginación, promiscuidad, desnutrición, agotamiento, estrés. Yo te diría, Irene, que no necesitás de ningún dudoso retrovirus para morirte de SIDA. ¿Qué es la inmunodeficiencia? Es desnudarte de defensas y entonces te pescás todas las enfermedades pero más fuerte -¿Y? - Si ordenás tu vida, si dormís ocho horas por día, si te alimentás bien, si dejás de drogarte, si vivís con amor hacia vos y hacia los demás entonces te abrigarás con defensas y serás inmune a todas las enfermedades. Irene se apoyó sobre el escritorio, me miró fijo y casi gritando me dijo que hacía dos años que no se drogaba, que hace dos años que está en tratamiento con el cóctel y que también hace dos años que cada día se siente peor. “me estoy muriendo de SIDA doctor, ¿no puede comprender eso?” Comprendí sí, que yo estaba equivocando el discurso. Terminé de anotar algunas precisiones de su relato y le dije que tal vez se sentía mal por los efectos secundarios de la medicación pero que si era verdad lo que me acababa de confesaar nunca se moriría de SIDA. Irene pareció calmarse y reiteró que en verdad hacía dos años que no se drogaba. No pude decirle que dejara de tomar AZT porque ese debate nos lo debemos los profesionales de la salud desde hace mucho tiempo, porque el tema SIDA empezó mal y sigue peor. Es un síndrome que no sólo tiene signos y síntomas médicos sino también jurídicos, sociales, religiosos, económicos, filosóficos. Es un síndrome que generó más leyes que enfermos. Pero este es otro tema. También es otro tema la penalización del consumo personal de estupefacientes que aleja peligrosamente al adicto del médico. Irene fue precisa cuando me recordó que las estadísticas muestran lo contrario de lo que yo le estaba diciendo. Las estadísticas, le dije, son hechas por humanos e interpretadas también por humanos. No son infalibles. Recordá que cuando aparecieron los primeros casos por los años ochenta le daban dos años de vida a los infectados, ahora, como no se murieron tal lo esperado dicen que veinte años, después dirán treinta, cuarenta. Morirse costará toda una vida. -Mi ex novio se murió –increpó -tu ex novio se drogaba, por eso se murió -¡Y me contagió el virus! - Digamos que puede ser. Lo que no quiere decir que vayas a morirte, porque vos dejaste la droga y el virus sólo no provoca SIDA. Irene abrió los ojos hasta casi desorbitarlos. Y yo no pude decirle que es probable que ni siquiera exista como virus y sí como una enzima más o como una proteina más. No pude decirle que en mi experiencia personal desde 1983 a 1992, los enfermos que atendí en el ámbito del Servicio Penitenciario Federal eran todos drogadictos por vía endovenosa. No pude decirle que el contagio es imposible y esto lo probaba el hecho de que en un ámbito tan propicio a la homosexualidad y a la promiscuidad como es el carcelario no había sino drogadictos infectados o enfermos. No pude decirle que quien estaba frente a ella sostenía esta tesis desde 1984, ni que desde 1990 en los Congresos Internacionales de la Especialidad se comenzaron a documentar casos de enfermos de SIDA sin virus. Que los científicos se desesperan por encontrar el VIH III que salvaría la endeble hipótesis del SIDA como enfermedad infecto-contagiosa. Tampoco pude decirle que Peter Duesberg, eminente retrovirólogo miembro de la Academia de Ciencias de los EEUU y Kary Mullis, Premio Nobel de química 1993 por inventar la reacción en cadena de la polimerasa coinciden en negar el origen viral del SIDA. No pude hablarle de la teoría tóxico-nutricional de Roberto Giraldo. Tampoco que según el informe Concord, un emprendimiento anglo-francés con más de mil pacientes tratados, el AZT no sólo no sirvee para nada sino que es altamente tóxico y provocaría al final SIDA “per se”. -¿me está diciendo que el virus no provoca el SIDA? ¿O entendí mal? – Irene estaba desconcertada. -entendiste bien. Hubiera querido decirle que hasta el diagnóstico tal vez fuera incorrecto. Que si tenía toxoplasmosis o simplemente infectada por el parásito, por nombrar una de las tantas causas, le daría igual positivo. Pero no me hubiera creido. ¡Cómo aceptar un discurso que se enfrenta con la historia oficial! Entonces retomé el nivel pragmático del mensaje. Insistí en que se informara sobre el tratamiento con AZT, que indagara si era conveniente o no. Que comprometiera en la opinión a los infectólogos. Le dije por enésima vez que ella era libre de elegir su tratamiento. Libre de elegir entre vivir o morir. Que el SIDA se cura y que el diasgnóstico de “VIH positivo o negativo” es absolutamente incierto. Que si no se drogaba más, si se alimetaba bien y descanzaba ocho horas diarias no se iba a morir de SIDA. ¿Qué le llegó de todo lo que charlamos? Sólo ella lo sabe. Le di la receta para la gingivitis y nos despedimos. Irene es libre de elegir, pero esa libertad está acotada por condicionamientos. Sólo aceptamos cambios cuando estos no son muy violentos y si Irene va camino al precipicio, ese será al fin su destino. No hay forma compulsiva de impedirlo pues Irene tiene también libertad para morirse. Al fin, todos nos encontraremos en el Aleph. Tal vez no en el que poseía Carlos Argentino Daneri en el sótano de su casa de la calle Garay. Tal vez en el que Borges sitúa, en la posdata de 1943, allá en El Cairo, en el interior de una de las columnas de piedra de la Mezquita de Amr. Irene es parte del Aleph, tiene la posibilidad de curarse, pero como le advirtió Daneri a Borges: “ahí está, El Microcosmos de alquimistas y cabalistas, nuestro concreto amigo proverbial, ¡el multum in parvo!”. Claro que si no lo ves, tu incapacidad no invalida mi testimonio”. Jaime Fiol
Publicado el 20 de mayo de 1996 en el periódico “El Consultor”, MORENO
Provincia de Buenos Aires
REPÚBLICA ARGENTINA
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Conociendo las bases del replanteamiento científico del sida

Enrevista al Dr. Roberto Giraldo
Por Guillermo Caba

Roberto Giraldo es médico y trabaja en el Laboratorio de Biología Molecular e Inmunología del Medical Cornell Hospital de New York. Tras más de 25 años dedicado al estudio de las inmunodeficiencias, es uno de los científicos que han desmentido la existencia del VIH y señala los factores ambientales y del tipo de vida como los factores responsables del stress celular que causan el S.I.D.A. Actualmente trabaja también junto con la Administración norteamericana en el diseño de experimentos que han de resolver la polémica sobre la existencia del supuesto VIH.

R- Me especialicé en medicina interna orientada a enfermedades infecciosas. Y me dedique a estudiar grupos de inmunodeprimidos. Empecé con malnutridos, con población africana y los núcleos de pobreza, también con inmunodeprimidos por quimioterapia, y luego me puse a estudiar grupos sociales, como el del los homosexuales, porqué a este grupo les daban más infecciones. Si los homosexuales adquirían parásitos era porque tenían el sistema inmunológico deprimido. Pedí información del estilo de vida homosexual y lo que vi a primera vista es que no hay sistema inmune que pudiera tolerar estas prácticas de baños sauna, de sexo público. Pero no solo la comunidad homosexual, sino también la comunidad heterosexual que estaba dedicada a la prácticas sadomasoquistas con toda clase de afrodisiacos. Ese es el origen de como comienzo yo en esto hace 25 años.

P- ¿De qué manera influye esto en el supuesto VIH?
R- Lo primero que hay que entender es que ningún microbio causa una enfermedad por sí sólo. Siempre hay ciertos factores en el cuerpo que permiten que el microbio cause la enfermedad, como por ejemplo ocurre con la tuberculosis. El agente tuberculoso está en el aire, toda la gente lo respira, pero solamente los débiles desarrollan la infección. En este sentido, cuando en abril de 1983 Robert Gallo anuncia que la causa de el Sida es un virus, el VIH, desde ese mismo momento pienso que es una estupidez, que están locos. Además porque los que estábamos trabajando en inmunología clínica y enfermedades infecciosas, sabíamos que los laboratorios de todo el mundo andaban buscando microbios. No sólo del cáncer, sino también de la artritis, de la esclerosis múltiple, de la esquizofrenia... Por mi parte en 1985 comencé a explicar en Colombia que esto era una enfermedad tóxica.

P- ¿Y cuál fue la reacción?
R- Al principio los colegas me invitaban a reuniones y no me creían, aunque les parecía interesante. Los colegas me decían, "si esto es cierto, ¿quien más lo dice?" Yo no sabía de nadie más pero tenía que haber más gente diciendo la misma cosa porque esto no era una estupidez. Era lógico y obvio. En el 87 trabajaba en hospital con enfermos de Sida en la forma en que yo creía que se debían de tratar. En ese momento era la histeria inicial. Había que ponerse guantes, máscara, y los enfermos de Sida estaban aislados. Yo comencé a poner en práctica lo que yo venia estudiando desde hacía más de 15 años: prohibí el uso de guantes o máscaras; no dejaba que los enfermos quedasen aislados; no dejaba que les marcaran con el nombre de Sida y en las órdenes médicas ponía el tipo de música que escuchar. En las órdenes médicas ponía, por ejemplo, "darle helado de vainilla tres veces al día", porque yo venia estudiando la vainilla desde hacia 10 años y sabia que la vainilla era un estimulante del sistema inmune. Y con este tipo de medidas los enfermos comenzaron a mejorarse.

P- ¿Y cuando decide venir a los Estados Unidos?
R- El problema es que yo entré en confrontación con el cuerpo médico colombiano y decidieron hospitalizarme en una institución mental. Mi familia se enteró y me escapé dos días antes de que me internasen. Fue en marzo de 1988. Es que no era para menos. Si ahora a los disidentes se nos llama lunáticos imagínate hace trece años, en Colombia, y yo solo. Cuando me vine a Miami ocurre una cosa muy triste porque durante un período corto de tiempo pienso que puedo estar loco. Entonces en un principio pensé que a mi se me olvidó todo, de manera que comencé a estudiar epidemiología, virología, biología molecular, bioquímica. Cada una de las cosas para ver si es que a mi se me olvidó todo. Pero mientras más estudiaba más me convencía de que eran todos los demás los que estaban equivocados. Entonces llegué a pensar que de pronto que no era capaz de ver lo que todo el mundo veía, y me acordaba de la pregunta clave de mis amigos: ¿quién más dice lo mismo?. Pero luego sucedió que un amigo me llama a mi y me dice, "Roberto, hay un artículo en la revista Discovery de un tipo de California que se llama Peter Duesberg, le llaman el hereje del Sida. Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y dice cosas muy parecidas a las que usted dice. Le han dicho loco, y le tratan de hereje del sida." Y yo creo que ese ha sido el día más feliz de mi vida. No estaba loco. Ese día yo descubrí que había otro más loco que yo. Ya me salvé. Después, la lista de disidentes se iría incrementando y hoy hay hasta premios Nobel.

P- Usted trabaja ahora haciendo pruebas de Western Blood y Elisa, que son usados para determinar la presencia del supuesto VIH. ¿Porqué los utiliza si al mismo tiempo piensa que el VIH no existe?
R- Te respondo lo mismo que les respondí a los directivos de la secretaria de salud del Estado de New York cuando hicieron una investigación minuciosa sobre mi vida y lo que hacía en el hospital. Yo dije que trabajo en un laboratorio de inmunología y ahí hacemos hepatitis y toda clase de serologías, y una de las cosas que se hacen es esta. Y además que yo no tengo ningún conflicto moral. De esto vivo y además yo he cumplido moralmente conmigo y con la sociedad al escribir los artículos que estoy escribiendo y explicarle a la gente que estas pruebas no sirven para diagnosticar infección de VIH. El asunto aquí es que yo creo que esas pruebas son muy importantes, y que una personas sea VIH positivo tiene un significado importante.
P- ¿En qué sentido?
R- Hay personas que reaccionan positivamente a las pruebas y hay personas que reaccionan negativamente. Eso debe de tener una explicación. Se sabe también como un hecho que la inmensa mayoría de las personas a las que les da Sida, o sea que se enferman, lo que se conoce como Sida, son VIH positivos. Pero además las personas de los grupos que con más frecuencia les da Sida son ciertos homosexuales, heroinómanos, drogadictos en general, prostitutas abusadoras de drogas, y personas de lugares en donde se acumulan grandes bolsas de pobreza, como en Africa o Asia. En New York, por ejemplo, la frecuencia más alta de VIH negativos están en el sur del Bronx o en el Harlem, que son las partes más pobres de la ciudad.

P- Pero la pobreza ha existido siempre...
R- El análisis de los bancos de sueros de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, los del Instituto Pasteur de Paris y los del Instituto Robert Koch, de Alemania, que tienen muestras de sangre de todo el siglo pasado, reveló que únicamente desde la década de los cincuentas para adelante comenzaban a reaccionar positivamente. Las sangres de individuos que vivieron en 1910 y 1920 no tenían anticuerpos en contra de lo que se supone es el VIH, ni tenían nada. Entonces hay un indicio que nos indica a nosotros que sea lo que sea, eso comenzó alrededor a mitad del siglo pasado. Por otro lado, cuando analizas los grupos que más reaccionan positivamente al Sida, como los homosexuales, drogadictos, heroinómanos, y gente pobre de África, América Latina y de Asia, te das cuenta que estos grupos han estado expuestos a un mayor número de agentes estresantes y agentes tóxicos en el pasado, sean de tipo químico, físico o psicológico. En este sentido lo que yo creo es que una persona que se exponga a una diferentes tipos de agentes estresantes por períodos largos de tiempo va responder liberando proteínas, encimas y fragmentos de ADN. Y es esto lo que Montaigner y Gallo dijeron que era de un virus. Lo grave es que se sabía de antes que las células cuando se estresan producen transcriptasa reversa. Y que las células cuando se estresan liberan fragmentos de ácidos nucleicos. Y que las células cuando se estresan liberan partículas que si se toma una foto a microscopio electrónico parece un virus y no es un virus. Todo estaba dicho. Les habían advertido por todas las formas habidas y por haber. "Cuidado que se equivocan. Nada de eso son virus". Sin embargo lo hicieron.

P- ¿Las células aceleran su ritmo vital?
R- Lo primero que hay que saber es que las células tienen un período de vida específico. Esta programación natural de la muerte de las células se llama apoptosis. Todas las células del cuerpo tienen procesos apoptóticos normales. Lo que contribuye a esta muerte son los agentes oxidantes porque bajo condiciones de stress hay una aceleración de la apoptosis, la muerte se hace más rápida. Si una persona se somete a agentes estresantes por períodos largos de tiempo se le producirán proteínas reversas, que son las que estamos detectando con pruebas Elisa, Western Blood y Carga Viral. Por eso yo creo que la persona que es positiva en esas pruebas tiene un sistema inmune deteriorado. Además es muy revelador que en la literatura científica se hayan identificado 60 o 70 situaciones por las que una persona reacciona positivamente al test, como son las vacunas, porqué a mayor número de vacunas mayor riesgo de dar VIH positivo; las mujeres embarazadas, a mayor número de embarazos mayor número de probabilidades de reaccionar positivamente; las personas que han tenido malaria, tuberculosis, lepra, tripanosomiasis; las personas que han recibido sangre con mucha frecuencia; las personas que se exponen al semen de forma exagerada; el stress mental, de ansiedad, de pánico o la depresión. ¿Por qué? Todo esto que los oficialistas llaman co-factores son agentes estresantes. Que estresan al individuo, se liberan esas proteínas, y por eso dan positivas.

P- ¿El tipo de vida estresa las células?
R- Mira, voy a ponerte un ejemplo concreto. La homosexualidad ha existido toda la vida. Lo que es nuevo en la homosexualidad son las drogas, su abuso y el sadomasoquismo, el remordimiento que emerge al llevar determinado tipo de vida. Yo creo que en la mayoría de las veces depende de las condiciones de vida en que los seres humanos están siendo obligados a vivir. Cuando tu haces estas pruebas en el África, que es distinto a la persona homosexual, o al drogadicto occidental, es por que desde que nació ha vivido en la pobreza y no come lo que tiene que comer. Tiene deficiencia de vitamina A, B, y C. Tiene deficiencias de Litio, de Selenio, de Calcio, de Magnesio. Creció con un sistema inmune debilitado. Y si además de eso se expuso a parásitos, a hongos, a bacterias que le consumen más sistema inmune, casi que con toda seguridad que las pruebas serán positivas, y el riesgo de desarrollar un Sida será muchísimo mayor.

P- ¿Realmente es tan clara esta tendencia?
R- Recuerdo un artículo publicado ya en 1987 por Time Magazine sobre personas VIH positivas que sobrevivían en California. Y les preguntan como están vivos. Y lo que tenían en común es que el estilo de vida cambió. Los que eran drogadictos dejaron de ser drogadictos. Se dedicaron a la música, a hacer gimnasia, a comer bien o a la meditación. Y estos siguen vivos. En cambio los que enfermaron, porque no cambiaron su estilo de vida, o porque las condiciones de trabajo les obligaban a seguir trabajando en la fábrica en donde se exponía a los tóxicos que habían hecho que se volviera positivo, pues desarrollaban Sida. Los que comenzaron a tomar AZT, o las nuevas drogas antiretrovirales, fueron muriendo. Y claro, luego salieron los especialistas de siempre y se disculparon diciendo que el virus se volvía resistente o mutó y terminó matándoles.

P- ¿Cuál es la relación entre el diagnóstico del supuesto VIH y el desarrollo de S.I.D.A.?
R- No se si conoces un estudio muy bello que se hizo a mediados de la pasada década en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Harvard, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de John Hopkins, y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California, en parejas homosexuales en donde uno era seropositivo y otro era seronegativo. Como son pareja no usan condones en su actividad sexual. Entonces durante unos cinco años que se hizo el estudio les sacaron sangre cada mes y se chequearon las pruebas de Elisa y Western Blood, así como otros parámetros inmunológicos. Y observaron que en la mayoría de los casos en los que se volvían positivos, previamente, meses o años antes, se hacían inmunodeficientes. O sea, el sistema inmune se deterioraba antes de que se volvieran positivos. Eso es una demostración absoluta de que lo se llama VIH no es causa de nada. La causa no puede venir del efecto. Cuando hicieron esta investigación los epidemiólogos de estas tres instituciones dijeron que es que la epidemiología moderna no es suficiente para comprender el VIH. Eso es estúpido.

P- Pero ahí sí que se pone en evidencia una transmisión de cierta información, de DNA, virus o lo que sea, de un individuo a otro.
R- Eso no sé pero yo lo he pensado. Y creo que el grupo australiano de Elena Papadópulos están pensando que hay algo que se puede transmitir, quizás por contacto sexual. Quizás es factible que ocurra un proceso de adquisición de hibridación al tener el contacto con semen de la misma persona o de muchas personas permanentemente, ya sea homosexual receptor o la mujer. Habría que dejar esta posibilidad abierta. Pero es una adquisición de hibridación. Y que de todas maneras seria como una forma de transmisión. De lo que sí estoy seguro es de que si el organismo receptor también tiene el sistema estresado, también tiene tendencia a participar de este proceso. Lo que podría explicar el estudio de las parejas homosexuales. Uno ha de tener la mente abierta a la posibilidad de ese fenómeno. Lo que no creo es que si esto llega a demostrarse sea la única causa de la enfermedad.

P- ¿Los tests de las compañías son falsos?
R- En Pretoria tuve la ocasión de explicar ante Luc Montaigner que las compañías farmacéuticas que fabrican la prueba de Elisa, de Western Blood y de Carga Viral saben que esas pruebas no son específicas para diagnosticar el VIH. Y esto lo reconocen en los mismos manuales de utilización.

P- ¿Cómo pueden entonces decir que hay un virus?
R- De hecho hay un método que se debe seguir para aislar retrovirus. Ese método fue establecido en el Instituto Pasteur en una reunión en la que, por cierto, participaron Luc Montaigner y Roberto Gallo. Por que si no se siguen unas pautas concretas se pueden aislar cosas que no son retrovirus pero que se le parecen. O sea, ellos sabían eso. Pero ni Montaigner ni Gallo aplicaron la regla en el VIH. Como nosotros solicitamos que se aislara el virus de forma como de debe de aislar, unos grupos, uno americano en Alabama, en el año 97, y dos grupos europeos, en Francia y Alemania, intentaron aislar el VIH en la forma que se debe aislar. Y en enero del año 97 salieron dos trabajos en la revista Virology en las que los investigadores explicaron que no fueron capaces de aislar el VIH. El lugar en donde debía de estar el retrovirus aislado, purificado, no había nada. Era un mundo de restos celulares. Entonces los dos grupos se excusaron alegando que este es un virus muy único, difícil de aislar. Que es un virus muy único. Por eso el año pasado cuando yo me encontré con Luc Montaigner en Pretoria le dije que "lo único que les falta a ustedes para defenderse es que el virus del sida no es fotogénico". Sin embargo los científicos consideran que la biología molecular tiene técnicas hoy en día donde no es necesario aislar los virus, sino pedazos éste, lo que puede indicar su existencia. Pero usted puede tener orejas de perro, patas de perro, inclusive corazones de perro. Pero mientras usted no tenga el perro entero no puede decir que tiene el perro. Esto es una simple cuestión de sentido común. Por ejemplo, el virus de la hepatitis B sí que existe por que se han visto enteras las partículas de la hepatitis B, que han sido aisladas. Inicialmente se llamó antígeno australia y luego fueron capaz de aislar el antígeno australia como partícula viral, partícula viral entera. Con la cápsula, todo. Le tomaron fotos y luego lo partieron en pedazos y lo estudiaron por dentro. Y en cambio en el virus del Sida no. Esa etapa no se ha logrado hacer con el virus del Sida.

P- Lo hacen al revés: cogen trozos y reconstruyen a partir de éstos.
R- Exactamente. Han armado un Frankenstein, un monstruo de computador a partir de pedazos sueltos. De todas formas toda esta polémica está en camino de solucionarse porqué a raíz de la Conferencia Mundial de Sida del año pasado se ha nombrado una comisión para llevar a cabo los experimentos que despejen esta y otras polémicas. Todo esto se puso en marcha a raíz del anuncio del presidente de Sudáfrica Tzabo Mbeki que se comprometió a juntar científicos de ambos bandos en la Conferencia Mundial de Sida del año pasado. En este sentido, Ellen Gilles, que es la directora de Sida de los Estados Unidos, ha sido muy objetiva al permitir que científicos que estamos de lleno en esta polémica diseñemos investigaciones, que se van a hacer entre Sudáfrica y el Center for Disease Control de Atlanta. Ahora se trabaja en la cronología de los experimentos. Lo valioso de esto es que por primera vez en la historia de la discusión los científicos de ambos lados nos pusimos de acuerdo ambos en que se deben de hacer los experimentos.

P- ¿El proceso de aislamiento del supuesto VIH no es correcto?
R- Gallo y Montaigner tomaron un cultivo de linfocitos y lo juntaron con sangre de una persona que tenía Sida. Esto además lo alteraron con químicos para estimular los linfocitos, para comprobar si había un retrovirus que se pudiera meter. Pero es que estos estimulantes son muy delicados porque son agentes oxidantes que pueden causar un fenómeno de stress celular si no se controla. Para contrastar la veracidad del experimento se tiene que tener un control de este experimento. Esto más esto sin estímulo a ver qué me dará. Sin embargo ellos no hicieron control. Sea como sea, encontraron proteínas, encimas y fragmentos de ácidos nucleicos. Ellos pensaron que esto era un virus desintegrado. Y con estas proteínas es que ellos fabrican las pruebas de Elisa y la prueba de Western Blood, y con los fragmentos de ácidos nucleicos la prueba de Carga Viral. A pesar de todo esto, hay un hecho que no podemos negar: es que estas proteínas, encimas y pedazos de ADN existen. Y además a los que más tienen es a los que les da Sida. Además el genoma de esos ácidos nucleicos ha sido estudiado y ha sido secuenciado. Y lo interesante es que es constante. La misma secuencia en diferentes enfermos. Y gente con Sida en la India y tienen lo mismo que gente con Sida en España o Madagascar. La secuencia hay veces en que sí que varia un poquito. Entonces dicen es que el virus está mutando. No, yo creo que esto tiene otra interpretación: es que todo material genético puede mutar sin necesidad de ser virus. Además ellos saben otra cosa. Es que ellos son capaces de meter este pedacito en una célula, en un cultivo, y esa célula produce más de eso. Ellos están diciendo que le están metiendo el virus del Sida, que la célula produce virus. Y yo digo que ustedes han metido pedacitos de ADN y la célula produce más ADN porque es la forma natural o regular como los materiales genéticos se mantienen. Detrás de toda esta confusión yo veo es el exceso de teoría germinal de Pasteur i de Kock en toda la investigación de las ciencias de la vida. Que hay un concepto de infección muy grande en todas partes. Y todo lo que se transmite de una cosa a otra se cree que se pega, y eso se lo cree la gente del común.

P- ¿Qué repercusiones tiene este punto de vista?.
R- El siglo pasado fue un siglo para la biología y la medicina porque estuvo impregnado de las teorías exageradas de Pasteur y de Kock, que en un momento dado le sirvieron a la medicina pero eso fue una exageración: todo se volvió contagio, sin tener demasiado en cuenta la predisposición de un organismo a este contagio. Pero este siglo va a ser más grave todavía porqué mientras que antes se buscaba la causa infecciosa de todas las enfermedades, en este momento están buscando la causa genética de todas las enfermedades. La genética es mucho más grave porqué al menos en el siglo pasado la causa de las cosas era externa, estaba en el ambiente. Pero ahora no. Ahora la culpa sólo es del individuo namás. Yo creo que este siglo es la legalización de Hitler, y además está el terreno preparado porqué la gente está emocionada con la palabra genética. Si el individuo va a ser el culpable, si es su genética, a quien están librando de toda culpa es a la desgraciada sociedad que explota y contamina el ambiente, y crea los estresantes. Las mutaciones no ocurren porque sí. Las mutaciones ocurren, fundamentalmente, debido a la contaminación del planeta.

P- Han de cambiar los marcos conceptuales ?
R- Uno de los problemas más graves que tenemos es el concepto filosófico de la unicausalidad. La mayoría de las personas, sean profesionales o no, gente analfabeta sin ninguna educación a gente con mucha educación, periodistas, religiosos, no religiosos, creen en la unicausalidad. Y realmente, en la naturaleza, no hay fenómenos unicausales. El único factor unicausal que yo conozco es Dios. El resto todos los fenómenos de la naturaleza son multicausales. Ahora, Luc Montaigner y toda esa gente que han desarrollado toda esa teoría de los co-factores en el Sida vulgarizan el concepto de la multicausalidad. Dicen "nosotros aceptamos que nada es causa única". Entonces respondo que el supuesto VIH solo no causa nada por que ningún microbio causa nada. Mira, es sencillísimo que la gente entienda que el VIH es la causa del Sida. Pero ese enredo que creó el dr. Giraldo de los agentes estresantes suena complicado a toda la gente.

P- Los estudios que han hecho Montaigner o David Ho suenan sencillísimos.
R- Será por lo que no dicen. Hay estudios tan mal hechos que no tenían ni grupos de control, como los de David Ho. Pero para que veas de que forma el apriorismo unicausal puede deformar las conclusiones de un estudio. En un ensayo las madres eran VIH positivas y tenían bebés que eran VIH negativos. Entonces los niños los dividieron en grupos. Madres que únicamente les daban el pecho; el pecho más biberón, y biberón solo. Y observaron que algunos de estos niños se volvieron positivos después. Más o menos, un 35% de los que sólo utilizaron alimentación materna. Un 20% de los que utilizaron pecho y biberón, y un 15% de los que se alimentaron exclusivamente con biberón. Pues llegaron a la conclusión de que realmente la leche materna transmitía el VIH. El año pasado en Pretoria les dije, "¿Pero oigan, y cómo se infectaron los del biberón?". Y me respondieron "bueno, esto no lo chequeamos, tendremos que chequearlo algún día". Y les recordé, "es que en el artículo que publicaron ustedes hablan de un 15% de transmisión por biberón. O sea, que ustedes están acusando a las compañías farmacéuticas que su preparado tiene el virus del Sida". Esto les pasa porque tienen un concepto filosófico unicausal. No pueden ver la verdad. Ellos en el estudio sólo tenían en cuenta la leche y los pechos de las madres. Y no vieron una cosa tan evidente como que las madres que sólo les daban del pecho debían de pertenecer al estrato social más pobre. Pero no tuvieron en cuenta el nivel adquisitivo o las condiciones de vida de las madres que entraron en el estudio. No veían las otras 999 caras de la realidad. Y evidentemente, estos científicos no entienden qué tiene que ver el Sida con el Banco Mundial, con la deuda externa, la exposición a agentes estresantes y con la pobreza. En cambio nosotros trabajamos con una visión global del problema. En este sentido, una de las cosas lindas del movimiento de científicos disidentes es su politización. Es una cuestión de responsabilidad moral.